Luis Alberto intenta cubrirse del liderazgo de Manuel Jiménez, abandonado por Dío.

SUPERATE

En política se hace lo que conviene, incluso, se modifica el discurso en pos de los votos, se suaviza, se cambia, se anula, hasta construir un diálogo, un «relato», que logre alcanzar a quien por si solo, no se podía.

Luis Alberto sabia que perdía contra Manuel, por lo que no es descatable desde el sentido común que muchas de las acciones que al final dieron al traste con que las castas perremeistas le arrebataran el triunfo a Manuel, estuvieran financiadas por la «oposición» pues, si el obstáculo se quita antes y más, por los adversarios, mejor.

El proceso fraudulento del 1ro de Octubre que saca a Manuel de competencia creó inmediatamente la burbuja del candidato que, siendo el partido más débil pero recientemente reestructurado, se colocó por la negación del impuesto del PRM, en primer lugar y, a partir de ahí, diferentes variables tenían que ser observadas que van desde el cómo invertir el dinero de campaña hasta las entrevistas, marchas, caravanas, etc.

El candidato del PLD, partido «ducho» en temas electorales aun habiendo perdido abrumadoramente las elecciones pasadas, sabía que Manuel habia obtenido 44% en las primarias perremeistas y que además, fuera del PRM, se garantizaban unos 50 mil votos, declaraciones del propio secretario general de ese partido.

Los que vieron vulnerado el voto, en su mayoría, no aceptan la vejación y, de ese porciento, es lógico, algunos se niegan a sumarse a la opción partidaria pero otros terminan plegándose por aquello de ser «PRM» y de ese es el que hay.

Sin embargo, el candidato oficial, en vez de avaluar los mismo datos que dan a Manuel como la persona por el cual la mayoría votaría, en vez de analizar que los munícipes han comprendido y avalado la gestión de Manuel, cometió el error imperdonable de querer formular propuestas que casi todas, en un 90%, se están ejecutando y negar completamente la realidad actual y asumir para él, lo «dejado» por el alcalde.

Lejos de empeñarse en «sumar», se dedicó a restar.
El peledeista, riéndose desde una esquina, modificó entonces su lenguaje y colocó la gestión de Manuel como parte del discurso de froma simple, sin que se le vea «seguidor» del alcalde diciendo: «lo que esté bien, que se han hecho muchas cosas bien, lo continuaremos y si se puede, lo mejoraremos».

Luis Alberto entonces se endosa para si la gestión de Juancito que, aunque fue mala y no dejó legado, es mediáticamente reconocida y la de Manuel, quien rescató la ciudad de los tiempos de los desmanes «morados» y que para colmos, sentó las bases en loa población de la necesidad de tener una ciudad con identidad y no solo un camarote donde dormir.

El nicho «manuelista» que no es de partido alguno entonces ven al «cándido» con cara de «buena gente» pero además, humilde, no mezquino, a Luis Alberto, no importa quien sea, sino que supo, políticamente hablando, secuestrar el necesario discurso que la gente quería escuchar mientras que Dio se ahogó en el resentimiento y el no reconocimiento a lo hecho por su compañero de partido, inaudito para quien necesitaba remontar de un proceso fallido de primarias pero además, conociendo que los manuelistas ultras y la sociedad civil ponderan al alcalde.

En política no se juega.
Hay que construir un relato sabiendo bien el nicho y el político se mueve entre ideologías y puntos de vista según convenga en pos del voto… pero eso lo saben los políticos, no los que no lo son.

@Fdo_Buitrago

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